Las cacerolas no entran en las urnas.
Lo que pasó
la última semana muestra a las claras como los vestigios del patriciado
argentino padecen y sufren el modelo de transformación e inclusión social
iniciado hace una década.

A este odio
visceral hay que sumarle un factor fundamental y es el trasfondo que trae
aparejado la ley de medios (miedos para algunos, si miedo, miedo a perder el
poder que supieron detentar). Los monopolios destinaron todo el potencial de su
ejército multimedial a fin de crear en la gente caos, descontento y malestar,
es decir, el genotipo perfecto que antecede al estallido social.
Durante los
días previos a la protesta, una serie de hechos fueron sucediéndose de manera
muy misteriosa que, sin entrar en la paranoia, bien podrían estar relacionados
con la muestra de poder de la clase gorila. El primero de ellos, fue el
sorpresivo parate de los empelados
del Ex Sarmiento y Mitre que dejó como resultado a más de 500 mil personas de
zona oeste y norte varadas, luchando por viajar en los estribos de los
colectivos para llegar a horario a sus trabajo. Una huelga innecesaria,
liderada por un marxista, que dice defender a los trabajadores, pero como todo
marxista, lo único que defiende es su bolsillo[1].
Luego, deberíamos de sumarle el conflicto con la basura, dejando sin
recolección a la Ciudad de Buenos Aires; y finalmente, para caldear más el
ambiente, un incomprensible corte de luz que subsumió a la ciudad en un
pandemónium gracias a la ola de calor que afectó al país en aquellos días. Todo
estaba listo para ser una gran fiesta del golpismo pero…. Gracias a Dios existe
Mauricio Macri para boicotear una movilización que inicialmente fue organizada
y comercializada por sectores afines a él. En plena crisis porteña, el brillante jefe de gobierno de la CABA,
decidió que “mejor que decir es hacer”, y por eso entendió que en lugar de ir a
su casa a “jugar con Antonia”[2],
a su gestión le faltaba algo de glamour y por ello, tomó el toro por las astas
y decidió ir con esa persona que pide reformular el Himno Nacional [3]
al recital de Kiss.
Adentrándonos
en la protesta, uno cuando generalmente reclama o se hace escuchar, lo suele
hacer bajo un lema, una bandera que aúne aquellas voces desencantadas con un
cierto sector de la realidad y canalice ese reclamo. Aquí esa bandera no
existió, cualquier incauto hubiera pensado que eran extras y lo que en realidad
sucedía era la filmación de algún comercial o película.
Lo positivo
de todo esto es que mientras España, Grecia y Portugal protestan por no tener
una expectativa de futuro, porque los gobiernos salvan a los bancos en lugar de
ayudar a la gente, porque aumentó la cantidad de suicidios debido a los desalojos,
la Argentina derecha y humana reclama
la libre disponibilidad de los dólares, mano dura, exclusión, libertad de
empresa y la continuación de sus privilegios clasistas.
Punto
aparte merece el trato que recibieron algunos periodistas y equipos de producción
de los distintos noticieros. La ira de la gente pareció desatarse contra
aquellos que, sin importar su línea editorial, iban a hacer su trabajo. Fue
paradójico ver como agredía e insultaban a medios al grito de “libertad de
expresión”. Algo similar fue cuando Bush quiso llevar paz a Irak y Afganistán a
través de su guerra preventiva.
También deberíamos estar orgullosos y
tranquilos porque mientras los manifestantes sean aquellos que residan en los
lugares más pudientes del país, mientras los convocantes sean Mauricio Macri,
Federación Agraria, Cecilia Pando, Grupo Clarín y las familias de doble
apellido que conviven allende la avenida Pueyrredón, podremos decir que vamos
por el buen camino.
Sin embargo, esto debe de
servir de llamado de atención. Primero a todos los argentinos, porque en ese
grupo de manifestantes se encuentran los idearios noventistas que colapsaron el
país. En esos manifestantes, convive el odio y la violencia de aquellos que se
ven despojados de sus privilegios y que, no dudarán en recurrir a la violencia
al momento de recuperarlos. Por último, el gobierno debe de estar más que
atento frente a estos grupos para anticiparse a cualquier intento
desestabilizador que intenten.
Hay muchas
cosas por cambiar y grandes deudas que saldar. El modelo debe de seguir
profundizándose. Todavía sigue vigente el mismo Código de Minería que permite
que las grandes multinacionales se lleven nuestro oro y plata, dejándole
monedas a las provincias. Hay que reformar el sistema financiero del país,
poseemos una ley de la dictadura, hecha por Martínez de Hoz y sus esbirros que
les permite a los Bancos quedarse con ganancias extraordinarias. Pero a la
nueva clase media, esas personas que han crecido económicamente en esta década
hay que pedirle un favor: no le haga el juego a la derecha. La pérdida de sus
privilegios clasistas no es tema de agenda nacional ni tampoco debemos nosotros
los laburantes caer en la trampa de peticionar cosas que en nada van a cambiar
nuestra vida; la derecha no va a salir a reclamar por usted, tampoco va a dudar
en pisarle la cabeza cuando tenga la oportunidad de hacerlo para recuperar sus
antiguos inmunidades.